Chicago - Sus fanáticos leales ven su carrera como una del Salón de la Fama, el mejor de los ejemplos de un jugador amable con los fanáticos, y el mejor bateador de poder en la historia de los Cachorros de Chicago. Sus críticos ven estadísticas que fueron infladas artificialmente por su alegado uso de sustancias para mejorar el rendimiento, sus bates rellenos de corcho y un agrio final.
Pero los números de Sammy Sosa no nos dicen toda la historia, para bien o para mal. “Algunas veces la gente hace un comentario, la gente habla, pero ellos no saben cómo yo manejo mis asuntos”, le dijo Sosa a ESPN.com. “Una cosa que no entiendo: Muchos compañeros, yo les ayudé mucho, pero ellos me tenían catalogado como una de las peores personas en el mundo. “Independientemente de lo que ocurrió, nadie puede quitarme mis números. Yo no tengo problemas con Chicago o con la nueva oficina central. Es una sorpresa [como las cosas ocurren hoy en día]. ... Yo les dí toda mi vida cuando estaba jugando. Me pregunto a mí mismo, realmente me pregunto a mi mismo, ‘¿Qué cosa mala he hecho que la gente hoy en día me trata como si no mereciera lo que hice?’” En 1994, en mi primera primavera en un roster de Grandes Ligas, pude conocer a Sosa. Los entrenamientos primaverales son un periodo bastante relajado, y es un buen momento para hablar con los jugadores sin la locura de la temporada en nuestro rostro.
Mi español era muy bueno, así que cuando quería clarificar lo que estaba diciendo, lo decía en español. Tuvimos una buena relación de amistad. Aprendí sobre sus primeros días en las Grandes Ligas antes de llegar a los Cachorros y sobre algunos de los ajustes difíciles que tuvo que hacer sobre sus relaciones, la cultura, el idioma, la moneda, casas, ropa, entrevistas, etc.
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